18 diciembre 2008

Ensoñación

Esta noche he ido a ver a ZP en la Cuatro pues nos iba a dar una interesante charla sobre un tema del que se habla más bien poco, y pasados dos minutos, el gran mago de Oz, ese entrañable superlópez con poderes, realizó su gran magia sumiéndome en un profundo sueño. En cuestión de segundos ya estaba yo vagando por estos lares ...

Pyla, una duna en Marte
Por Oscar Blanco
Imaginemos una Naturaleza caprichosa y megalómana que durante cientos de años, concienzudamente, ha ido arrinconando granos de arena hasta formar una acumulación de proporciones gigantescas a apenas unas docenas de kilómetros al otro lado de nuestra frontera pirenaica. Imaginemos un paisaje de vocación sahariana en pleno continente europeo. Ese lugar existe y se encuentra en el departamento francés de Las Landas, en el suroeste del país. Se trata de la duna de Pyla (del gascón pilot pila, montón) y es la mayor montaña de arena de Europa. Merece la pena, para aquellos que elijan no volar o coger el tren hasta Burdeos -la ciudad más cercana al prodigio, distante unos 60 kilómetros-conducir cada uno de los alrededor de 700 kilómetros que separan Madrid de este fenómeno que uno esperaría encontrar en continentes menos domesticados como África u Oceanía pero no en el nuestro.
Sus dimensiones son espectaculares pero no lo es menos su ubicación, entre el Atlántico que se extiende infinito hacia el oeste y el inmenso bosque de Las Landas, la más extensa masa forestal litoral de Europa, hacia el este. La verdad es que a un lugar tan improbable uno llega con una extraña mezcla de asombro e incredulidad. La duna, en su cara oriental, posee una inclinación de entre 30' y 40' (la occidental, mucho más suave y prolongada merced a los lametones del viento procedente del océano, varia entre 5" y 20") y es por aquí por donde comenzamos su escalada. Una vez an'iba puedes por fin confirmar la enormidad de los datos. Con casi 3 kilómetros de largo, 500 metros de ancho y 120 de alto en continua expansión, la duna, según los expertos, avanza a razón de cinco metros por año engullendo el bosque a su paso. Ante tal reclamo turistico, no es de extrañar que no existan planes para pararla. Nosob"os tenemos la fortuna de visitarla cuando el cielo amenaza tormenta y la arena está aún mojada por las lluvias de días previos. Digo fortuna porque gracias a semejante climatologia los turistas, esos "errores del paisaje" en palabras de un amigo viajero poco dado a tibiezas, son escasos y podemos disfrutar del paisaje en toda su desnudez. Como premiando nuestra fe frente a otros más prudentes que han decidido no venir en día tan expuesto, el cielo más tarde clareará regalándonos una luz y una explosión de colores insospechados.
Decia Aldous Huxley que lo que distingue al verdadero viajero es la capacidad de apreciar el aburrimiento "no sólo desde el punto de vista filosófico sino, por el contrario, con placer". Y es que en esta catedral blanca uno puede -o mejor, debe-abandonarse al acto sagrado de contemplar y dejar pasar el tiempo como si éste no existiera. No hacer apenas nada, sólo estar y observar. Dejar el cerebro en la nevera y sentir. Escuchar el viento y ver pasar las nubes. Desde lo alto de la duna, mirando al sur, se pierde en el horizonte la limpia y rectilínea costa de la región de Aquitania en que nos encontramos, con sus 250 kilómetros de largo que la convierten en la mayor franja playera de todo el continente. El gran coloso de arena se sitúa a la entrada de la hermosa bahia de Arcachon y está enmarcado por dos mares, el azul interminable del Atlántico a un lado y el espectacular manto verde de los pinares de Las Landas al otro. Es fácil, en semejante escenario, escapar de las dictaduras del reloj y caminar por espacio de horas parando aqui y allá, sentándose en la arena y degustando la extrañeza de un lugar tan poco común. Existen dunas mayores en Namibia, en el Sáhara e incluso, dicen, en Australia, pero pocas deben poseer el encanto tan improbable de esta. Tampoco el caudal de secretos e historias que esconde: Viendo ahora la inmaculada superficie de la duna, con sus contornos continuamente cincelados por el viento atlántico, resulta dificil a la vez que fascinante pensar que un día, hace apenas unas décadas, proliferaron sobre ellas varios búnkers y fortines. Y sin embargo, asi fue. Corría el año 1942 y, una vez ocupada Francia, todo este litoral fue incluido por la Alemania nazi dentro del plan de construcción del llamado Muro del Atlántico, el gigantesco proyecto defensivo que tenia como misión evitar la invasión de Europa por parte de los aliados. La invasión se produciria finalmente bastante más al norte, pero ahi quedaron esos testigos de la sinrazón humana pronto tragados por el tiempo y el avance inexorable de la duna.
En este mirador privilegiado que se abre al océano como si fuera la proa de todo un continente, uno experimenta sensaciones similares a las vividas junto a otra memorable creación de la naturaleza, la mole marciana de Uluru, el mayor monolito del mundo, situado en el centro de la Australia más abrasadora. Aunque sin llegar a las dimensiones -no sólo fisicasmilagrosas de este pedazo de roca sagrado para los aborígenes, la duna ejerce un extraño hechizo que dificulta enormemente la marcha de quien la visita. Abandonarla significa privar de oportunidades al asombro, impedir que tus ojos sigan devorando su belleza y la del entorno que la rodea. Uno quiere quedarse más, pisarla y tocarla más, ser testigo de su grandiosidad que engrasa la modestia propia, dejarse arropar por la gran madre duna en cuyo regazo todo rezuma sosiego y felicidad. Recuerdo haber abrazado a Uluru como si de un ente vivo se tratara, haber hablado con ella agradeciéndole no sé muy bien qué, quizá la emoción que en ese momento me estaba haciendo sentir. Como ella, la duna de Pyla te deja partir con una temprana sensación de nostalgia, cimentando y aun engrandeciendo su seducción mientras te alejas, habiéndote inoculado de forma irresistible la promesa de un retorno futuro.

17 diciembre 2008

El colmo de la tonterí

Hay un señor que últimamente me tiene enamorada. Este señor es ya conocido en media España y mucho me atrevería a decir que tiene un lugar en el corazón al menos de un cuarto, no sé si por sabio o por tierno. O por ambas cosas. Yo hace un tiempo que lo leo, y desde luego en nuestro desastroso corazoncito ya se ha ganado un espacio. Tiene muchos, pero recuperamos algunos artículos de este gurú del mercado con mayúsculas. Porque nos saca un poco de las coordenadas de rigor, porque nos devuelve a una frecuencia donde ya no hay emisión, porque habla de algo más que matemáticas, y eso, es muy de agradecer. Y es que, Leopoldo, nadie como tú me sabe hacer café...
http://www.cotizalia.com/cache/2008/12/09/opinion_54_buena_gente_tambien_otros_buenos.html
http://www.cotizalia.com/desde-san-quirico/
http://www.cotizalia.com/cache/2008/11/11/opinion_57_posavasos.html

15 diciembre 2008

Voces

Hoy queremos homenajear a La Mari de Chambao, porque los ojos de esta señorita, después de superar un cáncer muy joven, siguen irradiando una luz muy especial. Lo mejor de Chambao, ver a La Mari en carne y hueso. Así la vimos el jueves pasado.







02 diciembre 2008

Breve historia del mundo

El rico vive del pobre, el policía dice que cuida a los dos.
El cuidadano común se cuida de los tres.
El trabajador mantiene a los cuatro.
El vago vive de los cinco.
El comerciante comercia con los seis.
El abogado enreda a los siete.
El cantinero emborracha a los ocho.
El cura absuelve a los nueve.
El doctor cura a los diez.
El sepulturero entierra a los once.
El partido de turno gobierna a los doce.
El presidente engaña a los trece y a su vez hace al rico más rico.
Al pobre lo hace más pobre. Al mediocre lo hace imbécil.
A los imbéciles los hace ministros, diputados, senadores, y así dejan de ser pobres.
En estos países sólo seis personas tienen problemas: yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos.
El gobierno de cada nación es un reflejo de la cultura y evolución de su pueblo. Cada pueblo tiene los políticos que se merece. No hay lugar para la queja.
Como dice un proverbio chino; "Antes de salir a salvar el mundo, date tres vueltas por tu casa"


Ahora quitemos las capas de cebolla para concentrarnos de lleno en el mensaje y de paso menear bien la cadera, que es lo que cuenta