Los listos del barrio
Mientras Pablo Casado, el presidente de las Nuevas Generaciones del PP, decía en el XIV Congreso de su partido que ser de izquierdas está demodé y que es de carcas, la Administración Bush preparaba un plan de rescate de 700.000 millones de dólares para evitar la mayor crisis financiera mundial desde el 29. Esto ocurría sólo días después de la compra de AIG por parte del Gobierno americano para evitar un crack de dimensiones colosales, una cura que costará a los contribuyentes estadounidenses 85.000 millones de dólares. En otras palabras, una nacionalización en toda regla de la compañía que pasa a ser de titularidad estatal en un 80%. Todo esto sin contar las constantes inyecciones de dinero que la Reserva ha efectuado para financiar la crisis de liquidez que atraviesa el sistema, cuya mayor aportación se resolvía en acciones coordinadas de los seis bancos más poderosos del mundo, BCE y Banco de Inglaterra, Banco de Japón, Banco de Canada, Banco Nacional Suizo y Reserva Federal que ascendía a 150.000 millones de dólares. Tras estas monumentales acciones, incluso nos empiezan a parecer lejanas las aportaciones de la banca privada para paliar los efectos de la crisis con las compras de Merryl Lynch por parte de Bank of America, una pequeña parte de Lehman Brothers por parte de Barclays y el 20% de Morgan Stanley que se está planteando comprar Mitsubishi.
Si además tenemos en cuenta que la Reserva ha decidido que los dos únicos bancos de inversión supervivientes, Morgan Stanley y Goldman Sachs deben reencauzar sus negocios y abandonar la banca de inversión pura para abrazar la banca comercial tradicional con captación de depósitos, (vamos, la banca de toda la vida y no la fagocitar el sistema para hacer dinero), creo que estamos en condiciones de decir que el modelo financiero ultraliberal de los listos del barrio no sólo es una salvajada sin escrúpulos que se ha mantenido impune demasiado tiempo, sino que por fin desaparece.
Lo que han conseguido los listos del barrio, los promotores de la ganacia voraz capaces de asumir riesgos inasumibles, es que paguen los platos rotos de su avaricia desmedida todos los contribuyentes del mundo. Con dos curiosas características. Una, cuando ganan dinero, ganan dinero solamente ellos, pero cuando la cagan y hay que apretarse el cinturón, tenemos que apretarnos el cinturón todos. Y dos, nadie habla de responsabilidades. Es lo que tiene el mercado libre. Eres libre. Libre de joder al personal a tu antojo y luego salir de rositas. Que vengan ahora los listos del barrio a explicarnos cómo se va a financiar a partir de este momento la economía real ahora que se han cargado el sistema y no hay dinero en ningún sitio. Especialmente la economía española, que depende en un porcentaje altisísimo de los mercados internacionales para su financiación y que ya está notando los efectos de la restricción crediticia. Y si no, que se lo pregunten a la Presi de la Comunidad de Madrid que está pensando en vender el 49% del Canal de Isabel II. Seguro que esta vía de financiación se la ha soplado algún listillo de barrio. Mientras el Gobierno americano compra y se endeuda, nosotros hala, a vender lo poco que tengamos para financiarnos. Al final, todos endeudados hasta el higadillo, los titulares de hipotecas, los gobiernos y las empresas. Vaya con los listorros de Harvard, etc.., bonito panorama nos han dejado.
Desde este rincón mal llamado Desastre, porque lo que es un desastre es lo que han provocado los tiburones del libre mercado, sólo puedo decir dos cosas. Una, me alegro de que Goldman Sachs siga vivo porque tengo allí colegas que perderían sus trabajos y en el fondo soy una sentimental. Pero sobre todo, me alegro de que las cosas hayan cambiado.