08 enero 2008

Jaque Mate

El pasado 4 enero recibíamos en primera página la noticia de la suspensión del Rally Paris-Dakar debido a las amenazas de Al-Qaeda tras el asesinato de cuatro turistas franceses en Mauritania a manos del grupo terrorista. De nuevo la política del terror se imponía destruyendo la ilusión de los que creen en algo más que en quitar vidas y condenando a un país que cuenta con más de un 40% de la población bajo el umbral de pobreza a continuar en su actual situación.
En una reunión con varios colegas de la profesion periodística, esta conclusión se hacía más evidente al contrastar la efectividad de las amenazas de Al-Qaeda tras el golpe letal a los turistas franceses con la ineficacia de otras amenazas que también se han sucedido religiosamente año tras año antes de la celebración del legendario Rally y que, sin embargo, no sólo no han tenido eco en la Comunidad Internacional, sino que para muchos son desconocidas. Hablamos del Frente Polisario y sus reivindicaciones por la precaria situación en la que se encuentra el pueblo saharahui, parte de él apostada a lo largo de la frontera argelina en el reducto más inhóspito del desierto. ¿Por qué unos sí y otros no? Porque la Comunidad sabe que éstas últimas se quedan en eso, simples amenazas.
¿Me está usted diciendo que matar funciona? A las pruebas me remito.
¿Y los Polisarios podrían sumarse a esta vía? Si un modelo funciona, es posible que cree adeptos…
Ante semejante panorama uno no puede más que echarse a llorar. A llorar por todo.

Porque ya no somos capaces de oír el ruido de los gritos, sólo el de las bombas.
Porque los que matan arrastran a los países que dicen amar a la mayor desolación que puede sufrir un pueblo.
Porque los que sí tienen algo que reivindicar siguen viviendo en ninguna parte.
Porque, paradójicamente, quienes no tienen nada lo dan todo. En palabras de lo que han estado allí: “si eres un invitado en una casa saharaui, ellos comen después de ti, de lo que has dejado”.
Porque si se cansan de gritar, ¿qué harán para hacerse oir?
¿Y qué nos queda a nosotros? Disfrazarnos de inocencia y esforzarnos en creer al Mahatma: “Los caminos de la verdad y el amor siempre han triunfado. Ha habido tiranos, asesinos y por un tiempo parecen invencibles, pero al final siempre caen”.
Y si Ghandi tenía razón, es posible que algún día ocupan ellos las portadas.. “por derecho”.

http://es.youtube.com/watch?v=dUuki3QP1Sg

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